Cartas de amor fernando pessoa
Ophelinha:
Para mostrarme su desprecio o, cuanto menos, su real indiferencia, no era preciso el transparente disfraz de tan cumplido discurso ni tampoco la serie de «razones» tan poco sinceras como convincentes que me escribe. Bastaba con decírmelo. De esta manera entiendo lo mismo, pero me duele más. Si prefiere a mí al muchacho con el que festeja, y al que naturalmente quiere mucho, ¿cómo puedo yo tomármelo a mal? Ophelinha puede preferir a quien quiera: no tiene la obligación -creo yo- de amarme ni realmente la necesidad (a no ser que quiera divertirse) de fingir que me ama. Quien verdaderamente ama no escribe cartas que parecen requerimientos notariales. El amor no estudia tanto las cosas ni trata a los demás como a reos a los que hay que «apretar las tuercas».
¿Por qué no es franca conmigo? ¿Qué empeño tiene en hacer sufrir a quien no ha hecho daño alguno -ni a usted ni a nadie-, a quien carga ya bastante con el peso y el dolor de una vida aislada y triste, y que no se merece que vengan a aumentárselos dándole falsas esperanzas, mostrándole afectos fingidos, y ello sin que se entienda su interés, incluso como diversión, o con qué provecho, aun de burla? Reconozco que todo esto resulta cómico, y que la parte más cómica de todo esto soy yo.
Yo mismo le vería la gracia si no la amase tanto y si tuviera tiempo para pensar en otra cosa que no fuese el sufrimiento que usted se place en infligirme y que yo, salvo por el hecho de amarla, me tenga merecido, y creo de veras que amarla no es motivo suficiente para merecérmelo. En fin… Le adjunto el «documento escrito» que me pide.
Reconoce mi firma el notario Eugénio Silva.
Cartas de amor fernando pessoa 2
Mucho agradezco tu carta. He estado muy fastidiado por todas las razones que te imaginas. Y para colmo de desgracias llevo dos noches sin dormir, la angina me produce una salivación constante y me provoca esa cosa tan sumamente estúpida: que debo escupir cada dos minutos, lo cual me impide descansar. Ahora estoy al mismo tiempo mejor y peor de lo que estaba por la mañana: tengo menos ardor de garganta, pero me ha subido de nuevo la fiebre que, sin embargo, esta mañana no tenía. (Nótese que esta carta está escrita en el mismo estilo que la tuya pues Osório está aquí al lado de la cama, desde donde estoy escribiendo, y naturalmente echa de vez en cuando una ojeada a lo que escribo).
No puedo escribir más debido a la fiebre y a los dolores de cabeza que padezco. Para responderte a lo que preguntas, las otras cosas, mi amorcito querido (ojalá que O. no vea esto), tendría que escribirte mucho más, y no puedo.
¿Me disculpas, verdad?
Cartas de amor fernando pessoa 3
Mi Amorcito, mi Bebé querido:
Son cerca de las 4 de la madrugada y, a pesar de tener todo el cuerpo dolorido y pidiendo reposo, acabo de desistir definitivamente de dormir. Hace tres noches que me ocurre lo mismo, pero la de hoy ha sido, desde luego, de las más horribles que he pasado en la vida. Por suerte para ti, amor mío, no puedes ni imaginártelo. No ha sido sólo la angina, con la estúpida obligación de tener que escupir cada dos minutos, lo que me ha impedido conciliar el sueño. Es que, aun no teniendo fiebre, deliraba, me sentía enloquecer, quería gritar, gemir en voz alta mil cosas disparatadas. Y todo ello, no sólo por influencia directa del malestar que crea la enfermedad, sino porque estuve todo el día de ayer pendiente de cosas que se están atrasando, relativas a la venida de mi familia, y por si fuera poco, recibí por medio de mi primo, que vino a verme a las 7 ½, una serie de noticias desagradables que no merece la pena contar aquí pues, afortunadamente, amor mío, nada tienen que ver contigo.
Además, estar enfermo precisamente en un momento en el que tengo tantas cosas urgentes que resolver, tantos asuntos que no puedo delegar en nadie. ¿Ves, mi Bebé adorado, cuál es el estado de ánimo en que llevo viviendo estos días, sobre todo estos dos últimos días? Y no te imaginas la saudade loca, la saudade constante que he tenido de ti. Cada vez, tu ausencia, aunque sea sólo de un día para otro, me deja abatido; ¡cuánto más no habría de sentir por no verte, amor mío, desde hace casi tres días!
Dime una cosa, amorcito: ¿por qué razón te muestras tan abatida y tan profundamente triste en tu segunda carta -la que mandaste ayer por mediación de Osório? Comprendo que sientas también saudade; pero te muestras con un nerviosismo, una tristeza, un abatimiento tales que me ha dolido inmensamente leer tu breve carta y ver cuánto sufrías.
¿Qué te pasa, amor, además de que estamos separados? ¿Te ha ocurrido algo peor? ¿Por qué hablas en un tono tan desesperado acerca de mi amor, como si dudases de él, cuando no tienes para ello motivo alguno?
Estoy enteramente solo -puede decirse así; pues aquí, los de la casa, que me han tratado realmente muy bien, lo hacen en todo caso por cumplir, y únicamente vienen a traerme un caldo, leche o algún que otro remedio durante el día; como era de esperar, no me hacen en absoluto compañía. Y entonces, a estas horas de la noche, me parece que estoy en un desierto; tengo sed y no hay quien me dé de beber; estoy medio perdiendo la cabeza debido a este aislamiento y ni siquiera tengo aquí a quien, por lo menos, me vele un poco mientras intento dormir.
Estoy ahíto de frío, voy a meterme en la cama para fingir que reposo. No sé cuándo te mandaré esta carta o si todavía añadiré alguna cosa más.
¡Ay, amor mío, mi Bebé, mi muñequita, quién te tuviese aquí! Muchos, muchos, muchos, muchos, muchos besos de tu, siempre tuyo.
Cartas de amor fernando pessoa 4
Mi pequeño y querido amor:
Parece que ha sido mano de santo escribirte lo que está arriba. En seguida me acosté, sin esperanza alguna de adormecerme, y el hecho es que he dormido unas 3 ó 4 horas de un tirón -poca cosa, pero no te imaginas la diferencia que me ha supuesto. Me siento mucho más aliviado, y a pesar de que la garganta me arde y sigue inflamada, el hecho de que mi estado general haya así mejorado significa, y creo no equivocarme, que la enfermedad va remitiendo. Si la mejoría se acentúa rápidamente, tal vez hoy mismo vaya a la oficina, pero me quedaré poco; y en tal caso yo mismo te entregaré esta carta.
Espero poder ir; tengo algunas cosas urgentes que tratar, que puedo atender desde la oficina, aun sin tener que desplazarme yo en persona; pero que desde aquí me es imposible resolver.
Adiós, mi angelito bebé. Te cubre de besos llenos de saudade tu, siempre, siempre tuyo.